domingo, 22 de abril de 2012

La Voz de Asturias y mi voz

Fue un jueves de finales de febrero de 1993 cuando entré por vez primera en la oficina comercial de LA VOZ DE ASTURIAS, que en aquellos momentos estaba ubicada en la calle San Francisco de Oviedo. Iba a una entrevista de trabajo fruto de haber enviado un currículo en contestación de un anuncio que había visto, precisamente, en La Voz de Asturias. En aquel momento mi vida giraba alrededor del empeño por aprobar unas oposiciones de enseñanza media, que me permitieran ganarme la vida enseñando Historia, Geografía, Arte, lo que hiciera falta, y así ejercer de esa manera el fruto de cinco años en la facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Oviedo. Cinco años de facultad, dos años de doctorado, un intento fallido, y otro en preparación, de acceder por oposición a una plaza de enseñante, tenían mi cabeza acogotada y el bolsillo canino. Algunos trabajillos aquí y allá dando alguna clase servían para acotar un poco el grado de dependencia familiar, pero no eran suficientes. Con ese ánimo de buscarme la vida en algo contesté aquel anuncio y cuando la llamada para concertar una entrevista se produjo, poco podía imaginar lo que la vida me ponía por delante. Lo que en principio pretendía ser un complemento económico mientras aprobaba mi oposición, acabó convirtiéndose en el cimiento de nuestra vida a partir de aquel momento.


Desde aquellos lejanos años de San Francisco hasta los últimos en La Lila, pasando por los que pasamos en Fruela, muchas han sido las personas con las que compartido vivencias en LA VOZ DE ASTURIAS. De todas ellas creo haber conseguido extraer una experiencia. Positiva en la inmensa mayoría de los casos; negativa en algunos, los menos; y defraudada en muy pocos, apenas un par, pero experiencias al fin y al cabo que conforman toda una vida. Si de personas hablamos temo olvidarme de alguien, pero la memoria me trae a la cabeza muchos nombres que necesito escribir. Marisa, Charo, Santiago (sé que estás ahí compañero), Eloina, Esther, Julia, Isa, Patri, Julio, Jorge, Antonio (gracias maestro), Mery, Ana Cris, Carmen, Poldo, Luis, Nely, Manoli, Silverio (famoso por su mensaje del contestador), Quirós, Santi, Silvia, Paco, y Eloy y, Fernanda (gracias a ambos por estar ahí). Todos han pasado a lo largo de estos años por La Voz y entre todos hemos aportado nuestro granito de arena a la historia de LA VOZ DE ASTURIAS, que también se ha escrito desde el mundo de la, tantas veces olvidada, publicidad. No puedo olvidarme tampoco de nuestros compañeros de administración, los más cercanos en el espacio. Tampoco, desde luego, de todos y todas quienes han pasado por la redacción en estos años. Pero me permito la licencia de dedicar hoy el espacio de este blog, a modo de homenaje, al departamento de publicidad de LA VOZ DE ASTURIAS.

Creo que la sociedad asturiana en conjunto pierde con este cierre. Parece una frase hecha y suele ser lo más socorrido a la hora de los análisis, pero es una verdad como un templo que cuando un medio de comunicación desaparece, un pedazo de libertad desaparece. Al margen de filias y fobias, la existencia misma de alternativas nos permite elegir y, en cambio, el pensamiento único nos resta posibilidades de elección en libertad, al menos para quienes creemos en ella. Seguramente en LA VOZ DE ASTURIAS hemos hecho cosas mal y no hemos sabido conectar de forma adecuada con la sociedad. Algo no hemos sabido ofrecer a lectores, anunciantes, a nosotros mismos también, para empujarles a ayudarnos en estos últimos años. Pero también hay que decir, sin que se interprete como excusa de mal pagador, que sin empujones externos nuestra velocidad de descenso hacia el infierno hubiera sido menor o, quizá, ni siquiera hubiera existido. Aún guardo una copia de los datos de OJD del año 1993. Un periódico con casi 24.000 ejemplares de media de difusión diaria, no desciende de forma tan drástica al averno si no es por intercesión divina. En este caso la divinidad es bicéfala, con nombres y apellidos. Que cada cuál haga su ejercicio de autorresponsabilidad y ponga, o se autoimponga, esos nombres. Yo los tengo clarísimos y lo que más me duele es comprobar que ambos han acabado consiguiendo sus objetivos.

Estos 19 años de mi vida en LA VOZ DE ASTURIAS en dos etapas diferentes han supuesto mi desarrollo en lo personal y en lo profesional. Lo aquí vivido ha sido el mejor master que uno se pude encontrar, algo impagable. La parte personal queda en el interior y de la parte profesional me voy con el orgullo y la satisfacción (sí, es coña) de haber dado hasta el último momento todo lo que llevaba dentro. Pese a la situación por la que atravesábamos en los últimos meses, he podido dar lo mejor de mi (no sé si lo habré conseguido, pero el empeño era ese) al ver a TODOS los compañeros y compañeras que se mantuvieron al pie del cañón, porque hubo alguno que se borró, dar lo mejor de si mismos. Empezando por la dirección actual de la empresa, fajándose hasta el último momento; pasando por todas las áreas de redacción y su compromiso; por el menguado departamento de administración, Carolina, Alfonso y Santos, con los que tanta cercanía y complicidad viví estos meses; Mares y Rosa y su siempre amabilidad e implicación para todo; Isa, la CARA Y LA VOZ SIEMPRE AMABLES DE LA VOZ DE ASTURIAS; y por último pero no en último lugar, con Eloy y Fernanda, ¿qué os puedo decir? GRACIAS, sencillamente GRACIAS.

Comencé señalando que un jueves de febrero entré por primera vez en LA VOZ DE ASTURIAS y finalizo reseñando que otro jueves, en esta ocasión de un mes de abril, LA VOZ DE ASTURIAS, como se dijo del Titanic, "vio por última vez la luz del día". Pues que estas palabras escritas sean mi VOZ de homenaje, recuerdo y agradecimiento por todo a LA VOZ DE ASTURIAS.