La izquierda en Castrillón vuelve
a navegar por las procelosas aguas de la falta de entendimiento político.
Aunque quizá sea más acertado señalar que nunca ha dejado de navegar por tales
aguas y que la falta de entendimiento tiene más que ver con inquinas personales
que con principios políticos.
Que Castrillón es un concejo
sociológicamente de izquierda creo que no está en discusión a la vista de los
resultados electorales, que elección tras elección reflejan una proporción
mayoritaria de las opciones de izquierda frente al resto. Únicamente en tres de las veintinueve convocatorias electorales de la democracia, las
elecciones generales del año 2000, que dieron la mayoría absoluta al PP, y las dos
ediciones de las últimas elecciones
autonómicas, en las que nuestra región sufrió la ciclogénesis explosiva
casquista, la suma de votos de PSOE e IU no fue mayor a la suma de votos del
resto de partidos contendientes. Tampoco está en discusión que esa mayoría
sociológica de izquierda no se decanta de forma absoluta por una de las dos
opciones a la hora de elegir el gobierno municipal, porque salvo en una de las
nueve convocatorias municipales, la del año 1983, ninguno alcanzó votos
suficientes para gobernar con mayoría absoluta en el concejo. Cuando la
convocatoria es de elecciones generales y/o autonómicas el voto de izquierda en
Castrillón se comporta de forma diferente y queda claro el apoyo mayoritario
al PSOE, con unos resultados que, hasta las últimas convocatorias de los años
2011 y 2012 en que la diferencia se vio sensiblemente igualada, doblan y en
ocasiones triplican los conseguidos por IU.
El del votante de izquierda en
Castrillón es un comportamiento que a buen seguro ambos partidos habrán analizado
sobradamente, porque, además de lo reseñado anteriormente, no deja de ser
curiosa otra situación que viene dándose desde el año 1995. Al tiempo que se
mantiene la proporcionalidad en la diferencia de votos entre ambos partidos en
las convocatorias autonómicas y generales, con una curva de evolución de voto
de trazo bastante parejo, e incluso con aumento de las diferencias favorables
al PSOE como en las autonómicas de 2007 o en las generales de 2008, se advierte
que en las convocatorias municipales se produce un constante aumento del voto a
IU en la misma proporción en que disminuye el voto al PSOE, hasta llegar a casi
triplicarse la diferencia en la última convocatoria de 2011, la que ha
conformado la actual corporación municipal.
Desde el año 1995 ha sido
constante el aumento del número de votantes que depositan su voto a favor del PSOE
en generales y autonómicas al tiempo que votan a IU en municipales, con el
agravante de que en las autonómicas y las municipales la votación se hace urna
junto a urna. Insisto, a buen seguro que este comportamiento está analizado,
estudiado y ¿bien interpretado? por parte de ambos partidos. Sobre todo debería
haberlo sido por parte del perjudicado en los resultados. Esa es la duda,
porque a la vista de determinados comportamientos que se repiten en el tiempo
no parece que haya sido así. Desde 1996 las relaciones entre PSOE e IU se han
ido deteriorando a pasos agigantados. En las elecciones municipales de 1995 IU
no apoya al candidato del PSOE lo que permitió que el PP lograra por primera
vez la alcaldía. Sólo un año después las tornas cambian y PSOE e IU presentan
una moción de censura que recupera la alcaldía para el PSOE. En el contexto
político nacional nos situamos en la época del sorpasso, la estrategia política desarrollada por Julio Anguita a
partir de la aspiración de convertir a IU en la fuerza hegemónica de la
izquierda en España. La estrategia de palo y zanahoria llevada a la política y
que en clave nacional no cosechó el éxito que su estratega había planeado, pero
cuyo éxito colateral más importante, y quizá no planeado, fue lograr ese sorpasso en términos locales. Las
elecciones del año 1999 son el momento
en que IU adelanta al PSOE y lo convierte en la tercera fuerza política de
Castrillón.
A partir de ese momento la
izquierda en Castrillón entra en una dinámica de inquinas personales
disfrazadas de desencuentros políticos, que conducen al PSOE al abismo en las
elecciones de 2007 y provocan graves crisis posteriores en la ejecutiva local que
tuvieron que ser sofocadas desde la dirección regional. Para analizar la
situación actual en la que de nuevo la izquierda ha sido incapaz de alcanzar
acuerdos que den estabilidad al gobierno de Castrillón, quizá convendría
recordar declaraciones posteriores a dichas elecciones de 2007 del entonces, y
ahora, secretario de organización de la FSA recogidas por Europa Press
(21/12/2009): “algunos militantes locales no han entendido el mensaje que nos
han lanzado”, “estamos a tiempo de haber aprendido la lección y obtener buenos
resultados en las próximas elecciones”, “habría que hacer una reflexión para
ver lo que pasa en el seno del socialismo de Castrillón”. En su momento no
surtieron efecto, porque los resultados de las siguientes elecciones, las de
2011, situaron al PSOE en el peor resultado de su historia en unas elecciones
locales en Castrillón con apenas 1.681 votos, mientras su enemigo alcanzaba los mejores resultados con más de 4.000 votos.
Suele decirse que si buscamos
respuestas nuevas no podemos seguir haciendo preguntas viejas. Trasladado a la
política supondría no utilizar las estrategias de siempre para lograr objetivos
renovados. La estrategia que ha seguido el PSOE durante estos últimos quince
años de focalizar en una persona la responsabilidad de no alcanzar acuerdos, no
parece haber surtido el efecto deseado a la luz de los datos electorales
comentados. Continuar con la línea de actuación política que ha convertido al
partido en apenas una década en la cuarta fuerza del séptimo concejo de Asturias,
responderá seguramente a varias razones que desconozco pero entre las que la
incapacidad y la ignorancia no parecen ser las de menor importancia.
La izquierda en Castrillón
afronta un final de legislatura del que dependerá en gran medida el resultado
electoral que vaya a obtener en las elecciones de 2015. Parece que IU se
enfrenta a la responsabilidad de afrontar este último periodo y las próximas
elecciones sin la cabeza de cartel de los últimos 12 años, aunque todo
dependerá del resultado de las elecciones europeas del próximo mes de mayo. Si
las perspectivas demoscópicas se cumplen será un buen momento para valorar en
su auténtica dimensión el liderazgo de estos años, también en perspectiva
electoral futura en Castrillón porque la auténtica función de un líder es
producir nuevos líderes, no más seguidores. En todo caso, siempre que se produce
un cambio local gana peso en la orientación del voto la influencia nacional y
en este sentido IU tiene ante sí el reto de lograr ser la depositaria electoral
del descontento social y de la desafección con la forma convencional de hacer
política de una parte cada vez mayor de la sociedad. Para ello no debe
descartar una severa reflexión sobre su dificultad para conectar con amplios
sectores reacios a dejarse seducir por un discurso excesivamente ortodoxo. El
PSOE sigue en la encrucijada, aunque avanzando por un camino sin retorno de
negarse a cualquier opción de acuerdo. Habrá que esperar un año largo para ver
si las reflexiones del año 2009 de Jesús Gutiérrez tienen validez o aún no,
aunque la travesía del desierto que ya dura casi quince años parece no tener
final por la falta de respuestas o por lo equivocadas que las percibe el electorado.
Como reseña Mario Benedetti “cuando creíamos que teníamos todas las respuestas,
de pronto, cambiaron todas las preguntas”. Puede que el final del desierto esté
en la pregunta y no en la respuesta. Veremos.