Para los/as socialistas la ciudad, el municipio, debe ser el
territorio donde se pueda desarrollar lo que Lionel Jospin llamaba la utopía cotidiana. Un lugar con mayor
capacidad de autogobierno, sabiendo que el gobierno local basa su legitimidad
histórica como representante próximo de la comunidad.
Los municipios son el puente entre la política institucional
y la sociedad civil. Es importante dotar a los ayuntamientos de recursos
legislativos y financieros para que de verdad puedan desarrollar un espacio de
libertad, de igualdad y de fraternidad, teniendo como idea central una
solidaridad entendida como una opción preferencial por los/as más
desfavorecidos/as, buscando los mejores
valores emergentes en cada espacio de la ciudad o municipio.
Desde la política municipal hay que hacer un esfuerzo para
evitar el desarrollo de una riqueza excluyente y hay que fortalecer un
bienestar integrador. Eso se hace potenciando las políticas de integración
social y cultural, el acceso a la educación, a la vivienda, combatiendo el
racismo y la xenofobia y, fundamentalmente, trabajando contra el desempleo.
Desde los ayuntamientos es imprescindible generar políticas inclusivas que
propicien recursos sociales, educativos y culturales como medio para promover
la participación política, económica, social y cultural de los ciudadanos y las
ciudadanas residentes en nuestros municipios, pueblos y ciudades, porque son el
lugar preferente donde se desarrolla la democracia. Y debemos avanzar en la
profundización democrática desde un nuevo concepto de participación y
proximidad, con el desarrollo de nuevas políticas sociales desde el diálogo y
la cooperación entre las distintas administraciones públicas.
Hacer cotidiana la utopía es hacer cotidiano ver una solución
donde no hay ninguna. Hacer cotidiana la utopía está en las antípodas de no ver
un problema donde en realidad existe un problema o, lo que es peor, crear un
problema donde no existe. Hacer cotidiana la utopía es practicar las políticas
locales desde el convencimiento de que es necesario generar nuevas capacidades,
para reconvertirse y abrir parcelas de gestión a la sociedad civil. Hacer
cotidiana la utopía, en fin, es alejarnos de ensoñaciones personalistas y apostar
de forma nítida y sin espacios de duda por el trabajo en equipo como única
fórmula que nos garantiza alcanzar sueños que creíamos imposibles.