viernes, 6 de marzo de 2020

MUJER Y DEPORTE

No llores nenaza”, “tiras igual que una mujer, no tienes fuerza”, “a la cocina, tú a la cocina que no tienes ni puta idea”, “esto es para hombres”. Estas expresiones no es difícil que en alguna ocasión las hayamos escuchado en cualquier recinto deportivo. Desde la infancia recibimos inputs que nos hacen interiorizar que es el hombre quien debe realizar deportes de contacto y eminentemente físicos como el fútbol o el rugby, por ejemplo, y que es la mujer la que debe orientarse hacia deportes más finos y más estéticos como la gimnasia deportiva o la  rítmica, por ejemplo.
Ya desde la antigua Grecia era el género masculino el único al que se podía ver participando en competiciones deportivas. Debido a esta marginación las mujeres celebraban sus propios Juegos Olímpicos, los conocidos como  Juegos Hereos organizados en Argos y en Olimpia en honor a la diosa Hera. Consistían en carreras que se desarrollaban en tres categorías de edades. Se corría con el pelo suelto y la vestimenta era una túnica hasta la rodilla que dejaba al descubierto el hombro derecho hasta el pecho.
En Europa durante la Edad Media las mujeres eran un mero sujeto pasivo y su relación con lo que pudiéramos considerar un deporte, como la caza o las luchas de los caballeros en las justas, se limitaba al papel de ser el objetivo de las victorias. Durante esa misma época medieval en China se había popularizado el cuju, que era un juego de pelota del que se sabe que ya se desarrollaba en el siglo III a.C. Se venía practicando en la Antigüedad China durante más de mil quinientos años y se consideraba un precursor del fútbol. Hay varias pinturas del siglo XII, como por ejemplo la del artista Su Hanchen, en las que aparecen figuras femeninas que dan patadas a un balón de colores. Podemos aseverar que las mujeres ya jugaban al fútbol en China hace más de 1.000 años.​
Dentro ya del desarrollo del deporte moderno a lo largo del siglo XIX nos situamos en el año 1896 en el que se celebraron los primeros Juegos Olímpicos de la Era Moderna, en Atenas entre el 6 y el 15 de Abril. Pero no sería hasta 1928 en los Juegos Olímpicos celebrados en Amsterdam, cuando las mujeres pudieron participar en ellos. Fueron unas 300 deportistas, apenas un 10% del total de participantes, que sobre todo pudieron participar en el deporte rey, el Atletismo.
Paulatinamente fue aumentando el número de mujeres participantes en las distintas competiciones deportivas. Para que ello acabara produciéndose siempre hubo unas pioneras cuya iniciativa, cuya osadía por entrar en un espacio hasta entonces vetado, resultó fundamental y fueron las que verdaderamente comenzaron a cambiar la realidad también desde el ámbito del deporte. Vamos a resaltar alguna de ellas.
Imposible comenzar esta lista con una mujer que no sea Kathrine Switzer. Sumergidos como estamos ahora en la vorágine del running y con un aumento exponencial año tras año del número de mujeres en las inscripciones de las carreras, echamos la vista atrás para recordar la historia de la primera mujer que corrió de manera oficial, es decir con dorsal, la maratón de Boston cuando la participación aún estaba reservada exclusivamente a los hombres. Switzer abrió el camino en 1967 rompiendo la barrera del género en una de las maratones más importantes del mundo. Tras ello continuó su lucha por el reconocimiento de las mujeres en este deporte. 
Nacida en 1905, Gertrude Ederle fue campeona olímpica de natación en 1924 en los Juegos Olímpicos celebrados en París y la primera mujer en cruzar a nado el Canal de La Mancha, que separa Gran Bretaña de Francia. Realizó la travesía en 1926, después de un primer intento fallido en 1925, nadando desde la costa británica hasta la orilla francesa del canal, en un tiempo de 14 horas y 34 minutos. Su récord de tiempo solo pudo ser batido mucho tiempo después, en 1950.
Dawn Fraser es una nadadora australiana que fue la primera mujer en nadar los 100 metros libres por debajo del minuto de tiempo, concretamente 59,90”, en el año 1962. En 1964 rebajó su tiempo hasta los 58,90”, marca que permaneció imbatida hasta el año 1972. Pocos días después de haber logrado el récord sufrió un accidente de coche en el que murió su madre y ella sufrió lesiones en el cuello y en la espalda. Aun así se recuperó a tiempo para participar en los Juegos Olímpicos de Tokio ese mismo año 1972 en los que consiguió dos medallas, una de oro y una de plata.
Una de las grandes hazañas del deporte español la ostenta Edurne Pasabán. Fue la primera mujer en el mundo en coronar los llamados catorce ochomiles, las catorce montañas de más de ocho mil metros de altura que existen. Es la vigésimo primera persona del mundo en hacerlo. Su primer ochomil fue el Everest en el año 2001 y el Shisha Pangma, en el Tíbet, fue su último ochomil, coronado en el año 2010.
Según el informe Women and Sport de Repucom (Nielsen, 2016) la presencia de deportistas femeninas no ha hecho más que crecer y la brecha entre hombres y mujeres ha disminuido notablemente. 

Ilustración 1. Porcentaje de mujeres interesadas en el deporte (Informe 'Women and Sport', Nielsen, 2016)

Tal como muestran los gráficos, cada vez hay más mujeres más jóvenes interesadas en la práctica deportiva. Y para que el interés por el deporte continúe incrementándose ha de promoverse desde la edad escolar. Toda historia tiene su primera vez y la del deporte debe surgir, como ya hemos dicho, en la edad escolar. Como se detalla en el gráfico aquellas mujeres que participan en actividades deportivas en edad escolar muestran un alto porcentaje de probabilidades de continuar interesadas en la práctica del deporte.

 Ilustración 2. La influencia de la práctica deportiva en las escuelas es fundamental (Informe 'Women and Sport', Nielsen, 2016)

Como reflexión final. En líneas generales debemos repensarnos como sociedad en lo relacionado con la Igualdad. En este ámbito más concreto al que nos estamos refiriendo de la práctica deportiva, especialmente la juventud debemos cambiar el chip porque el deporte, tanto en su práctica como mera actividad saludable pero sobre todo en su aspecto competitivo, hace tiempo que dejó de ser cosa de hombres, como aquel anuncio publicitario del pasado siglo de una conocida marca de coñac. Las reivindicaciones y luchas de las mujeres por esa visibilización que aún molesta en determinados espacios, debe ser una lucha y una reivindicación también de los hombres, particularmente de los más jóvenes. Afortunadamente hay espacios y realidades en los que se está produciendo de manera cada vez más fuerte y creciendo a un ritmo exponencial. Pero aún hay mucho por hacer. Un ejemplo que puede servirnos de referencia, es la reciente firma del primer convenio colectivo del fútbol femenino. Pero para llegar ahí han sido años y luchas interminables a las que han ayudado en los últimos tiempos, no nos engañemos, los éxitos deportivos alcanzados por el fútbol femenino en España. Pero sin esos éxitos también habría que haber llegado a alcanzar ese convenio.
El 8 de Marzo es una fecha de reivindicación y visibilización, pero el resto del año debemos continuar trabajando también por alcanzar la Igualdad en todos los ámbitos, también en el deporte. Por mi parte, me quedo con un número como símbolo de Igualdad, el 261. Era el dorsal de Katherine Switzer en aquella primera maratón de Boston que tuvo la osadía de correr como mujer. Seamos todas nosotras, seamos todos nosotros, dorsales de Igualdad de nuestra propia vida y de la de los demás.


Pablo González Menéndez
Graduado en Ciencias de la Actividad Físcia y del Deporte 
Universidad de A Coruña