martes, 1 de febrero de 2011

Gritos de LIBERTAD

Sigo con interés desde hace varios días los acontecimientos que están ocurriendo en Egipto y los de semanas anteriores en Túnez. Algo se está moviendo en el medio Oriente y no parece que Occidente esté reaccionando como debiera, o como se esperaba que reaccionara. En la tertulia de esta mañana de Carlos Herrera en Onda Cero debatían acerca de las similitudes y diferencias de la situación que se vive en Egipto con la que se vivió en Alemania Oriental en las jornadas previas a la caída del muro de Berlín. Aparte de la boutade de Miguel Ángel Rodríguez señalando que el muro había caído gracias a la acción conjunta de Margaret Thatcher, Ronald Reagan y Juan Pablo II (una especie de triduo político-religioso que supera, aunque sólo sea por número, la conjunción planetaria de Pajín), en lo que todos estaban de acuerdo era en el diferente papel que Occidente ha jugado en ambas situaciones. Bien es cierto que en la situación que se vive en Egipto aún queda mucho por decir y los países occidentales siguen a la espera de acontecimientos, pero el hecho mismo de que la representante de la U.E. haya tardado prácticamente una semana en abrir la boca y que EE.UU esté a verlas venir cuando no a apoyar en la sombra a Mubarak, deja muy claro que a Occidente lo que está ocurriendo en Egipto le asusta. Ya se sabe, el statu quo que Trillo consagró en la España de Aznar como argumento geopolítico y militar de primer orden, tiene su aplicación también en Oriente Medio. No hace falta más que escuchar los deseos de Simon Peres, al que en su defensa de Mubarak sólo le ha faltado añadir aquello de “Virgencita, que me quede como estoy”.


No debemos perder la perspectiva de que estas protestas han tenido, están teniendo lugar en dos de los países más occidentalizados de la zona. Túnez y Egipto presentan una alta tasa de jóvenes con formación universitaria. No creo que a lo que aspiran sea a imitar la vida occidental, creo que su aspiración va más allá. Aspiran a ser libres y están dispuestos a luchar por serlo. Ahí está su peligro y es también el recelo que siente Occidente, sus ansias de libertad. El temor occidental a la radicalización islámica de este movimiento suena más a excusa de mal pagador que a un análisis correcto de la situación. La inacción de Occidente es la que puede acabar provocando precisamente que surja algún iluminado que derive las protestas hacia reivindicaciones de radicalismo religioso. Este movimiento ha nacido en las redes sociales y no en las mezquitas.

Bien haría Occidente en dar un paso al frente y dejarse de cálculos políticos, porque lo que se está reivindicando en las calles de El Cairo es ni más ni menos que LIBERTAD

No hay comentarios:

Publicar un comentario