miércoles, 19 de diciembre de 2012

Y EL PAPA TRINÓ

Resulta tan sorprendente la rapidez con que nuestro arzobispo ha alumbrado el camino de su grey analizando el bautizo twittero de Benedicto XVI, como indignante su pragmatismo, cuando no su silencio, a la hora de ejercer la evangélica labor de denuncia de tantas situaciones socialmente intolerables en esta Asturias nuestra. Por más que sea un avezado usuario de las redes sociales y personifique, o lo intente, la implicación de la Iglesia con las nuevas tecnologías, ello no le debería eximir de justificar el porqué del contenido de algunos de sus escritos. Pero tal como está el patio en la Iglesia de Asturias, dudo mucho que haya respuesta a la pregunta de por qué quién debe guiar y aconsejar desde el Evangelio escribe sobre Whitney Houston o twitter y no sobre REALIDADES SOCIALES más tangibles hoy día en cualquiera de nuestras comunidades.

De pronto parece que se alumbra un tiempo nuevo en la Iglesia, por el mero hecho de que el Papa se haya enganchado a las redes sociales. Apenas 140 caracteres han obrado el milagro y sesudos analistas, creyentes o no creyentes, obispos, talibanes de sacristía y hasta algún despistado paracaidista recién llegado a esto del análisis eclesial, hablan ya de que la Iglesia se sitúa en la modernidad y da un paso de gigante a la hora de interpretar el tiempo que vivimos. Y sin el más mínimo sonrojo.

No seré yo quien critique el hecho de que el Papa tenga una cuenta en twitter, o donde le de la gana, pero quizá se debería matizar algo esa repentina efervescencia por poner de manifiesto lo actual que se ha vuelto la Iglesia, porque en este caso no sirve la máxima de que el medio es el mensaje. El mensaje de radio de Pío XII emitido el 1 de junio de 1941 en el 50 aniversario de la Rerum Novarum no fue importante por el medio por el que fue emitido, si no porque reivindicaba la indiscutible competencia de la Iglesia para intervenir en el problema social del momento. La utilización de la naciente televisión por parte de Juan XXIII a finales de los años 50 del siglo XX tuvo importancia por hacer llegar al mundo entero el llamamiento a toda la Iglesia a escuchar a los pobres para ser Iglesia pobre, de los pobres.

Que la Iglesia, o sus príncipes, pongan el uso de determinados medios como ejemplo de interpretación de los signos de los tiempos, equivale a reconocer la incapacidad de hacer sintonizar la Buena Noticia del Evangelio con la sociedad actual. Al fin y al cabo internet, las redes sociales, son una herramienta más, pero no son la varita mágica para evitar la pérdida de fuerza de la fe cristiana en la sociedad actual. Más bien deberíamos reconocer de una vez por todas que la fe cristiana va perdiendo su fuerza conforme se presenta más encerrada en conceptos y esquemas, que corren paralelos a una experiencia humana en constante evolución cuando deberían mezclarse en ella. Se hace necesario ahondar en la fe cristiana, sin duda, pero tengo mis dudas de que lo primero sea fijarnos en el vehículo. Si no sabemos hacia dónde queremos ir, ¿de qué nos sirve presumir de tener un Ferrari?

Sigo asociando la Iglesia a la definición de novedad que daba allá por el siglo XVII el diccionario de Covarrubias, “cosa nueva y no acostumbrada que suele ser peligrosa por traer consigo mudanza de lo antiguo”. Enmascarar la realidad haciendo ondear la bandera de la tecnología como razón, puede hacernos vivir la ilusión de ser cristianos cuando la triste realidad es que la Iglesia no es capaz de ofrecer nada nuevo que comunicar, porque con demasiada frecuencia termina repitiendo las profecías de este mundo. Eso sí, con lenguaje religioso.



miércoles, 17 de octubre de 2012

NACIONALISMOS Y VERTEBRACIÓN DEL ESTADO

Siendo abiertamente pesimistas por la situación que atravesamos en la actualidad en lo que se refiere al debate sobre el modelo territorial en España, podríamos calificar lo que sucede en Catalunya como lo que Menéndez Pidal tildó de “fuerza centrífuga”, que él advierte instaurada en la historia española desde mediados del XIX y que a su juicio “es algo nuevo, surgido espontáneamente como una secuela conjunta al gran desconcierto y a la debilitación moral y material en que el país se ve sumido”. Algo destinado a reaparecer “en cada momento de gran debilidad nacional”, impulsado “por un eco lejano del ideario romántico” o “por el deseo de que el genio y las facultades propias de cada pueblo den sus frutos más naturales libres de toda injerencia del estado unitario”.

Sin embargo, sin llegar a ser abiertamente optimistas en el hallazgo de una solución a la insatisfacción de una parte de la sociedad española ante la organización territorial de nuestro Estado, la experiencia viva de la historia española sugiere una hipótesis bien distinta de la mantenida por el rígido centralista que fue D. Ramón.

Podríamos empezar por recordar que la España en plenitud de los Reyes Católicos y de los Austrias distó mucho de tener una estructura política unitaria. Acorde al vocabulario político de la época, una Monarquía era un conjunto de reinos o de comunidades políticas diversas unidos en la persona del monarca, pero sobre la base de conservar cada uno su organización político-administrativa y su ordenamiento jurídico. Los elogios de algunos clásicos hacia Fernando El Católico porque “levantó Monarquía” al reunir coronas y reinos distintos bajo una misma unidad de poder, deberían tener la perspectiva de que tal reunión se hizo sin pretender imponer un patrón unitario a comunidades afirmadas históricamente como diversas. La denominación oficial de Monarquía Católica a la monarquía española de los Austrias, no solo aspiraba a expresar un título de su monarca, sino también a cobijar bajo tan universal titulación a la amplitud de reinos, estados y naciones no españoles, tales como eran Sicilia, Cerdeña, Nápoles, Milán, Franco Condado, Flandes, que se integraban en la Monarquía común. Algún historiador se ha atrevido a calificar como prefederal este sistema de articulación política, que ciertamente sigue la tradición del principado y de los reinos integrados en la Corona de Aragón.

Lo cierto es que sólo tras una guerra y la invocación del derecho de conquista sobre Aragón, Valencia y Cataluña, España se convirtió en un Estado centralizado y unitario según el modelo francés. Es razonable pensar que sea este hecho lo que de lugar a que en momentos críticos de nuestra historia (la propia guerra de sucesión, el sexenio democrático, la crisis del 98, …) surjan proyectos de reorganización política de España en forma más acorde con su constitución histórica. Y que la equivocación pueda haber residido en la tendencia, más o menos consciente o explícita, a identificar España, no ya con Castilla, sino con el aparato de poder establecido por la Monarquía al amparo de una cultura y una lengua realmente universales. Y en haber reducido la diversidad a un patrón de artificial homogeneidad impuesto desde una monarquía centralizada y rígidamente unitaria.

Sin ánimo de entrar en valoraciones conceptuales, lo cierto es que el término "nación" tiene unas raíces más emocionales que racionales, lo que añadido a su plurivocidad acaba convirtiéndolo en un ismo cuando se afirma como conciencia colectiva frente a otros. Urge racionalizar el discurso político, enfriando emociones y evitando enfrentamientos que sólo pueden superarse sobre la idea de España como realidad histórica jurídicamente constitutiva y constitucionalmente plural, compatible con la personalidad de las realidades territoriales que la integran, sea cual sea la percepción que de sí mismas tengan. En este punto, hago mío el planteamiento (expuesto con gran brillantez en una entrada del blog El jardín de las hipótesis inconclusas, que recomiendo vivamente ) de que el auténtico inicio de España como nación se produjo con la Constitución de 1812 que promulgaron las Cortes de Cádiz.
En la Constitución vigente de 1978 la vertebración territorial del Estado quedó abierta y ahora no es fácil lograr un acuerdo sobre si conviene cerrar el proceso y cómo hacerlo, en su caso, y sobre qué bases diferenciadoras o igualadoras. No será sencillo, pero se hace necesario desvincular las emociones e identidades del problema jurídico-político.

Finalizo con una reflexión de Francisco Tomás y Valiente, realizada ya en el año 1994, sobre las acciones que a su juicio deberían llevarse a cabo y cuáles no para hacer frente a la cuestión nacional/regional y a la vertebración del Estado. Señalaba Tomás y Valiente la conveniencia de “insistir en el peligro de las identidades excluyentes: toda identidad colectiva es incompleta (…) y ninguna justifica que, en su nombre, se lleven a cabo comportamientos antidemocráticos u hostiles contra la única minoría indivisible: el hombre sin apellidos”.

viernes, 20 de julio de 2012

NOSTALGIA

Nostalgia de una niñez que vuelve
cuando la llamo, sin llamarla.
Veranos, días de sol, recuerdos,
tantos y tan pocos.
Tu presencia todo lo inunda,
agarrado el recuerdo a los requiebros del corazón.
Tierra tozuda, terruño de vida
entregada a los demás. Anhelo conseguido.
Sólo con tu esfuerzo, sólo con tu trabajo.
Para ellos,
toda tu entrega, a la nada.
Para mí,
mi niñez contigo, siempre.
Sin memoria, con gesto equivocado,
con palabra hueca,
pretenden ser como tú y no han sabido ser ellos.
Tramoyistas de actos sin sentido,
aislados del mundo.
Vuestra verdad es un triste canto sin vida.

domingo, 22 de abril de 2012

La Voz de Asturias y mi voz

Fue un jueves de finales de febrero de 1993 cuando entré por vez primera en la oficina comercial de LA VOZ DE ASTURIAS, que en aquellos momentos estaba ubicada en la calle San Francisco de Oviedo. Iba a una entrevista de trabajo fruto de haber enviado un currículo en contestación de un anuncio que había visto, precisamente, en La Voz de Asturias. En aquel momento mi vida giraba alrededor del empeño por aprobar unas oposiciones de enseñanza media, que me permitieran ganarme la vida enseñando Historia, Geografía, Arte, lo que hiciera falta, y así ejercer de esa manera el fruto de cinco años en la facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Oviedo. Cinco años de facultad, dos años de doctorado, un intento fallido, y otro en preparación, de acceder por oposición a una plaza de enseñante, tenían mi cabeza acogotada y el bolsillo canino. Algunos trabajillos aquí y allá dando alguna clase servían para acotar un poco el grado de dependencia familiar, pero no eran suficientes. Con ese ánimo de buscarme la vida en algo contesté aquel anuncio y cuando la llamada para concertar una entrevista se produjo, poco podía imaginar lo que la vida me ponía por delante. Lo que en principio pretendía ser un complemento económico mientras aprobaba mi oposición, acabó convirtiéndose en el cimiento de nuestra vida a partir de aquel momento.


Desde aquellos lejanos años de San Francisco hasta los últimos en La Lila, pasando por los que pasamos en Fruela, muchas han sido las personas con las que compartido vivencias en LA VOZ DE ASTURIAS. De todas ellas creo haber conseguido extraer una experiencia. Positiva en la inmensa mayoría de los casos; negativa en algunos, los menos; y defraudada en muy pocos, apenas un par, pero experiencias al fin y al cabo que conforman toda una vida. Si de personas hablamos temo olvidarme de alguien, pero la memoria me trae a la cabeza muchos nombres que necesito escribir. Marisa, Charo, Santiago (sé que estás ahí compañero), Eloina, Esther, Julia, Isa, Patri, Julio, Jorge, Antonio (gracias maestro), Mery, Ana Cris, Carmen, Poldo, Luis, Nely, Manoli, Silverio (famoso por su mensaje del contestador), Quirós, Santi, Silvia, Paco, y Eloy y, Fernanda (gracias a ambos por estar ahí). Todos han pasado a lo largo de estos años por La Voz y entre todos hemos aportado nuestro granito de arena a la historia de LA VOZ DE ASTURIAS, que también se ha escrito desde el mundo de la, tantas veces olvidada, publicidad. No puedo olvidarme tampoco de nuestros compañeros de administración, los más cercanos en el espacio. Tampoco, desde luego, de todos y todas quienes han pasado por la redacción en estos años. Pero me permito la licencia de dedicar hoy el espacio de este blog, a modo de homenaje, al departamento de publicidad de LA VOZ DE ASTURIAS.

Creo que la sociedad asturiana en conjunto pierde con este cierre. Parece una frase hecha y suele ser lo más socorrido a la hora de los análisis, pero es una verdad como un templo que cuando un medio de comunicación desaparece, un pedazo de libertad desaparece. Al margen de filias y fobias, la existencia misma de alternativas nos permite elegir y, en cambio, el pensamiento único nos resta posibilidades de elección en libertad, al menos para quienes creemos en ella. Seguramente en LA VOZ DE ASTURIAS hemos hecho cosas mal y no hemos sabido conectar de forma adecuada con la sociedad. Algo no hemos sabido ofrecer a lectores, anunciantes, a nosotros mismos también, para empujarles a ayudarnos en estos últimos años. Pero también hay que decir, sin que se interprete como excusa de mal pagador, que sin empujones externos nuestra velocidad de descenso hacia el infierno hubiera sido menor o, quizá, ni siquiera hubiera existido. Aún guardo una copia de los datos de OJD del año 1993. Un periódico con casi 24.000 ejemplares de media de difusión diaria, no desciende de forma tan drástica al averno si no es por intercesión divina. En este caso la divinidad es bicéfala, con nombres y apellidos. Que cada cuál haga su ejercicio de autorresponsabilidad y ponga, o se autoimponga, esos nombres. Yo los tengo clarísimos y lo que más me duele es comprobar que ambos han acabado consiguiendo sus objetivos.

Estos 19 años de mi vida en LA VOZ DE ASTURIAS en dos etapas diferentes han supuesto mi desarrollo en lo personal y en lo profesional. Lo aquí vivido ha sido el mejor master que uno se pude encontrar, algo impagable. La parte personal queda en el interior y de la parte profesional me voy con el orgullo y la satisfacción (sí, es coña) de haber dado hasta el último momento todo lo que llevaba dentro. Pese a la situación por la que atravesábamos en los últimos meses, he podido dar lo mejor de mi (no sé si lo habré conseguido, pero el empeño era ese) al ver a TODOS los compañeros y compañeras que se mantuvieron al pie del cañón, porque hubo alguno que se borró, dar lo mejor de si mismos. Empezando por la dirección actual de la empresa, fajándose hasta el último momento; pasando por todas las áreas de redacción y su compromiso; por el menguado departamento de administración, Carolina, Alfonso y Santos, con los que tanta cercanía y complicidad viví estos meses; Mares y Rosa y su siempre amabilidad e implicación para todo; Isa, la CARA Y LA VOZ SIEMPRE AMABLES DE LA VOZ DE ASTURIAS; y por último pero no en último lugar, con Eloy y Fernanda, ¿qué os puedo decir? GRACIAS, sencillamente GRACIAS.

Comencé señalando que un jueves de febrero entré por primera vez en LA VOZ DE ASTURIAS y finalizo reseñando que otro jueves, en esta ocasión de un mes de abril, LA VOZ DE ASTURIAS, como se dijo del Titanic, "vio por última vez la luz del día". Pues que estas palabras escritas sean mi VOZ de homenaje, recuerdo y agradecimiento por todo a LA VOZ DE ASTURIAS.

martes, 27 de marzo de 2012

PAISAJE POST-ELECTORAL, CON HUELGA GENERAL AL FONDO

La primera conclusión del resultado electoral del 25-M es que Álvarez-Cascos ha conseguido el objetivo número uno con el que concurrió a las elecciones, tanto a las de 2012 como a las de 2011: arrinconar al PP en el mapa político asturiano. A la espera de contabilizar el voto emigrante para saber lo que ocurre con el escaño en disputa entre PSOE y FAC en la circunscripción occidental, lo cierto es que el PP ha consumado el fracaso que tanto ansiaba su antiguo general secretario. El descojone debió de ser mayúsculo la noche del domingo en el cuartel general de FAC, cuando la actual secretaria general no encontraba otro argumento en su comparecencia para resaltar los resultados obtenidos en Asturias que el hecho de haber mejorado en un punto porcentual con relación a las autonómicas de hace un año. Por otro lado, escuchar a la candidata comenzar su anodina comparecencia señalando que los asturianos habían dicho en las urnas que estas elecciones no habrían hecho falta, da pie a pensar que o no se ha enterado o no quiere enterarse. Desde el primer momento estaba claro que estas elecciones se hacían al margen de los intereses de Asturias, porque para lo único que eran necesarias era para saber quién se hacía con las riendas políticas del centro-derecha sociológico de la región. En esa ceremonia de la confusión, poco o nada ha ayudado a la estrategia particular de la candidata no haber renunciado al acta de diputada en el Congreso, que se ha guardado como un salvoconducto que no tardará tiempo en utilizar para emprender el viaje de vuelta a Madrid. Y ha quedado claro que en comicios autonómicos el PP asturiano ha establecido una línea que lo mismo le sirve para marcar su suelo como su techo electoral. Y si los datos finales corroboran los 13 diputados para FAC y las derechas pactan un gobierno para Asturias, nada hace pensar que tras tres años de gobierno, según los modos y maneras del hoy presidente en funciones, el PP sea capaz de recuperarse. Muy al contrario, es posible que la firma del pacto de gobierno sea también la firma de la rendición definitiva y el inicio de una travesía que acabe consolidando a FAC como la marca PP para Asturias. Veremos.

Algún fino analista criticaba ayer que los resultados en Andalucía y Asturias (en definitiva en Asturias resultó ganador el PSOE) eran una respuesta ciudadana a los recortes del gobierno popular, al tiempo que restaba valor a los votos precisamente por el hecho de ir en una línea que contravenía lo que se considera justo y necesario. Digo yo que los votos valdrán igual hoy que cuando propiciaron una mayoría absoluta hace escasos tres meses, aunque haya quienes se empeñen en restar o añadir valor a los sufragios en función de lo que vayan a opinar los mercados. Bien harían esos sesudos analistas en destripar el por qué de la pérdida de votos de la derecha con relación a los comicios de noviembre pasado, a partir del desencanto que entre el electorado popular haya podido causar el flagrante incumplimiento que el gobierno de Rajoy ha hecho de sus promesas electorales de no subir los impuestos y de no abaratar el despido.
Y en este horizonte aparece la convocatoria de huelga general del próximo 29 de marzo. Una convocatoria con la que se podrá estar en desacuerdo, pero a la que no se le puede restar legitimidad. Ni a la huelga como instrumento de protesta, ni a los sindicatos convocantes por anacrónicas que resulten algunas declaraciones. Y tampoco se puede restar legitimidad a esos otros sindicatos que, en esta ocasión, no apoyan la convocatoria de huelga. La reforma laboral emprendida por el gobierno que provoca esta convocatoria, se nos presenta como una necesidad para combatir el desempleo. El mantra de la necesidad de flexibilizar y modernizar el mercado laboral, es más un pretexto para transformar la concepción y función del trabajo asalariado en nuestra sociedad, que un mecanismo puesto al servicio del trabajo humano como principio de vida. Uno de los lugares comunes más repetidos en los últimos meses es el del político como un gestor obligado a recortar al servicio del bien común. Siempre consideré la política como algo más cercano a los fundamentos éticos que a la mera gestión. Soy un poco utópico, lo sé, por eso echo en falta medidas afianzadas en principios morales, que proporcionen un camino en el que el Hombre esté por encima del mercado y el Trabajo antes que el capital para que el trabajador deje de ser sólo una herramienta, porque las herramientas no tienen dignidad.
Por cierto, tengo una respuesta pendiente a alguien que me ha hecho la pregunta varias veces. Sí, voy a secundar la huelga general.