Nicolás y Mario son amigos, muy
buenos amigos, íntimos amigos. Lo son desde que se conocieron en la guardería
hace ya, ¡ni se sabe el tiempo!, porque cuando se vive con la intensidad con
que Mario y Nicolás lo hacen el paso del tiempo no se mide por años, se cuenta
por segundos y cada segundo, cada minuto de su vida, se multiplica por el infinito.
No faltan momentos duros en su vida, que ambos saben afrontar reconfortándose
mutuamente sin perder un ápice de esa intensidad que sólo alcanzan los que
verdaderamente saben que tienen un amigo en el que apoyarse. Y este pasado fin
de semana ha sido un momento duro, muy duro.
Las veces que hemos hecho el
viaje hacia Pontevedra se cuentan por docenas. Pontevedra, Areas,
Ferrol en ocasiones; en verano, en invierno, en Semana Santa, en Navidades;
solos, con los niños. Daba igual, si no había un motivo para viajar nos lo inventábamos;
y en estos últimos meses cualquier excusa era válida para compartir momentos que
no olvidaremos. Nunca como el pasado viernes nos ha costado tanto iniciar el
viaje de ida y nunca como hoy hemos vuelto tan vacíos en el viaje de vuelta.
Nuestra AMIGA se ha ido para siempre. Es difícil expresar en un papel un
sentimiento, y más este sentimiento de vacío. El viernes escribí en twitter que
las lágrimas se secan cuando la que llora es el alma. Hace tiempo lo leí en
algún lugar y me lo guardé en la memoria, porque tuve la certeza de que expresaba
lo que iba a sentir en un momento que todos queríamos creer que no llegaría,
pero que desgraciadamente sabíamos que llegaría. Y llegó. Pero estos tres
últimos días hemos compartido con nuestro AMIGO tal aluvión de emociones y vivido
junto a él tal entereza, tal demostración de AMOR, que me parece obsceno
escribir sobre mis sentimientos. Tengo en la memoria un pequeño cuadro que
tenemos en casa y del que más de una vez Marta nos dijo que le gustaba mucho. La
fotografía de un atardecer sobre el mar con
unos versos de Neruda escritos sobre ella. Agua, Amor, Felicidad, ¡qué resumen
tan perfecto de todo lo que nuestros AMIGOS compartieron!
Dos amantes dichosos no
tienen fin ni muerte,
nacen y mueren muchas
veces mientras viven,
tienen la eternidad de la naturaleza.
Mario y Nicolás tienen 5 años y mientras
compartían otro momento más de sus vidas, Mario le ha dicho a su amigo que su
mami se había muerto. Con la misma naturalidad, y casi sin dejar de jugar,
Nicolás cogió por el hombre a Mario y le tranquilizó. “Mira, ¿ves aquella estrella que brilla allá en lo alto del cielo? Pues
tu mami está allí con mi abuelo, que también se ha muerto hace poco. Y me dicen
mis padres que desde allí me ve. Así que ahora tu mami también nos está viendo.
Y siempre que vemos esa estrella sabemos que nos están mirando”. “Pues se lo
tengo que contar a Noa y a Diego, porque ellos seguro que no lo saben”. Y con
la tranquilidad que da tener un amigo que escucha y ayuda y la necesidad de
compartir eso que sólo él sabe con sus hermanos, Mario siguió jugando.
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