lunes, 31 de agosto de 2015

CASTA ET MERETRIX

Once cardenales hablan sobre el matrimonio y la familia. Ensayos desde un punto de vista pastoral. Los que algún bloguero especialista en información religiosa denomina “pesos pesados” firman este ensayo que acaba de ver la luz. Son un total de once cardenales, entre ellos el español Rouco Varela, que aprovechan la cercanía del inicio de la fase definitiva del Sínodo de la Familia en el próximo otoño para presionar más a Roma y al Sínodo y marcar terreno frente a cualquier atisbo de mínimo cambio. El rostro del rigor frente a los intentos de dar a la Iglesia el rostro más amable de Jesús y su Evangelio. Firman once, pero alguno más habrá que lo hubiera hecho gustoso. Por ejemplo el ultraconservador estadounidense Raymnod Burke, que en Enero pasado impulsó la petición al Papa para impedir un cambio en la doctrina que replantee los modos en los que la Iglesia católica acoge a los divorciados vueltos a casar y a los homosexuales. No cuestiono la legitimidad del casi medio millón de fieles firmantes de esa petición expresa al Papa para que “reafirme categóricamente la enseñanza de la Iglesia de que los católicos divorciados y vueltos a casar civilmente no puedan recibir la sagrada comunión”, pero como creyente cristiano me parece deleznable moralmente que lo hayan hecho.
Un grupo de 18 teólogos españoles, entre los que se encuentran González Faus, Pagola o Torres Queiruga, el informador religioso José Manuel Vidal y el obispo emérito de Palencia Nicolás Castellanos, han iniciado a través del portal www.change.org una campaña de recogida de firmas pidiendo al Sínodo que avance en las reformas necesarias para que los divorciados vueltos a casar puedan comulgar. Y lo hacen a través de un escrito rigurosamente documentado para que la Iglesia, siendo fiel al espíritu del Evangelio y no a su letra, haga una lectura distinta al dogma definido en Trento. Un buen número de eclesiásticos ya lo están haciendo en la realidad del día a día del que tan alejados viven determinados sectores. Hay una mayoría silenciosa de creyentes que debe comenzar a movilizarse si desea que la primavera del papa Francisco no se quede en meros brotes verdes. Creyentes corrientes, personas de buena voluntad, que nada tienen que ver con esas redes neocons ni demás lobyyes eclesiales más papistas que el Papa. Me permito animar a quien lea esto a firmar esta petición a través de change.org porque parece llegada la hora en que la mayoría silenciosa comience a movilizarse en apoyo de Francisco y su empeño en dotar a la Iglesia de un rostro más conforme al Evangelio y a Jesús.
Resultará curioso, y hasta ridículo, para quien asista a esta lucha desde la lejanía de la pertenencia a la Iglesia que el cambio más revolucionario que se está planteando sea la propuesta de reforma para que los divorciados vueltos a casar civilmente puedan recibir la comunión. Pero es lo que tiene la Iglesia y su particular presteza para interpretar los signos de los tiempos. Afortunadamente hay muchas personas a las que no les preocupa que la Iglesia Católica, el derecho canónico o determinados Papas les nieguen el derecho a recibir la comunión por haberse vuelto a casar después de divorciarse, por estar divorciado o por vivir en pecado. Al margen de mi situación personal, me incluyo entre ellas. Pero hay personas que sí sufren, y mucho, cuando se le niega ese derecho y más aún cuando la negativa se extiende a los hijos o hijas a la hora de recibir su Primera Comunión. En todo caso parece necesario volver a ser activista hacia dentro de la Iglesia, porque en el crisol de sensibilidades que es la Iglesia, casta et meretrix como tan bien la definió San Ambrosio, sobran santas y faltan putas.  

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