Once cardenales hablan sobre el
matrimonio y la familia. Ensayos desde un punto de vista pastoral. Los que
algún bloguero especialista en información religiosa denomina “pesos pesados” firman este ensayo que acaba
de ver la luz. Son un total de once cardenales, entre ellos el español Rouco
Varela, que aprovechan la cercanía del inicio de la fase definitiva del Sínodo
de la Familia en el próximo otoño para presionar más a Roma y al Sínodo y marcar
terreno frente a cualquier atisbo de mínimo cambio. El rostro del rigor frente
a los intentos de dar a la Iglesia el rostro más amable de Jesús y su Evangelio.
Firman once, pero alguno más habrá que lo hubiera hecho gustoso. Por ejemplo el
ultraconservador estadounidense Raymnod Burke, que en Enero pasado impulsó la
petición al Papa para impedir un cambio en la doctrina que replantee los modos
en los que la Iglesia católica acoge a los divorciados vueltos a casar y a los
homosexuales. No cuestiono la legitimidad del casi medio millón de fieles firmantes
de esa petición expresa al Papa para que “reafirme
categóricamente la enseñanza de la Iglesia de que los católicos divorciados y
vueltos a casar civilmente no puedan recibir la sagrada comunión”, pero
como creyente cristiano me parece deleznable moralmente que lo hayan hecho.
Un grupo de 18 teólogos españoles, entre los que se encuentran
González Faus, Pagola o Torres Queiruga, el informador religioso José Manuel
Vidal y el obispo emérito de Palencia Nicolás Castellanos, han iniciado a
través del portal www.change.org una
campaña de recogida de firmas pidiendo al Sínodo que avance en las reformas
necesarias para que los divorciados vueltos a casar puedan comulgar. Y lo hacen
a través de un escrito rigurosamente documentado para que la Iglesia, siendo
fiel al espíritu del Evangelio y no a su letra, haga una lectura distinta al
dogma definido en Trento. Un buen número de eclesiásticos ya lo están haciendo
en la realidad del día a día del que tan alejados viven determinados sectores. Hay
una mayoría silenciosa de creyentes que debe comenzar a movilizarse si desea
que la primavera del papa Francisco no se quede en meros brotes verdes. Creyentes corrientes, personas de buena voluntad,
que nada tienen que ver con esas redes neocons
ni demás lobyyes eclesiales más
papistas que el Papa. Me permito animar a quien lea esto a firmar esta petición
a través de change.org porque parece llegada la hora en que la mayoría
silenciosa comience a movilizarse en apoyo de Francisco y su empeño en dotar a
la Iglesia de un rostro más conforme al Evangelio y a Jesús.
Resultará curioso, y hasta
ridículo, para quien asista a esta lucha
desde la lejanía de la pertenencia a la Iglesia que el cambio más revolucionario que se está planteando
sea la propuesta de reforma para que los divorciados vueltos a casar civilmente
puedan recibir la comunión. Pero es lo que tiene la Iglesia y su particular
presteza para interpretar los signos de los tiempos. Afortunadamente hay muchas
personas a las que no les preocupa que la Iglesia Católica, el derecho canónico
o determinados Papas les nieguen el derecho a recibir la comunión por haberse
vuelto a casar después de divorciarse, por estar divorciado o por vivir en pecado. Al margen de mi
situación personal, me incluyo entre ellas. Pero hay personas que sí sufren, y
mucho, cuando se le niega ese derecho y más aún cuando la negativa se extiende
a los hijos o hijas a la hora de recibir su Primera Comunión. En todo caso
parece necesario volver a ser activista hacia dentro de la Iglesia, porque en
el crisol de sensibilidades que es la Iglesia, casta et meretrix como tan bien la definió San Ambrosio, sobran santas y faltan putas.
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